Es hora de que muchas organizaciones que se embarcaron en los sistemas de gestión para obtener indiscriminadamente certificados con diversas intencionalidades tomen conciencia sobre los efectos adversos de dichas lógicas certificadoras:
- Algunas semanas antes de la visita de auditoria para la certificación, “se desatrasan” de realidades que no han vivido. A esto lo llamo autoengaño organizacional. Firman actas de reuniones que nunca han existido, hacen acciones de mejora cosméticas y dan fe de actuaciones que no se han realizado.
- Llevan a las personas a “memorizar obligadamente” las definiciones estratégicas y políticas. “Debemos saber lo que el auditor pregunte”. El sentido de trabajar y pertenecer a una organización no es un asunto que se resuelva con recitales de palabras vacías.
- Saben que el auditor generalmente les va a decir que sí, porque es un observador pagado por la propia empresa. Es probable que algunos auditores den certificados condicionados para minimizar los efectos adversos de un no.
Es hora de tomar conciencia profunda y terminar con esas obras teatrales; las certificaciones tienen valor si son ganadas con honestidad emocional, individual y colectiva de la organización.